Ya no recuerdas en el quicio raudo,
en la inmóvil hirviente cabellera ,
en el abismo azul, en el espanto.
En el espanto y la hermosura como,
al fin de la batalla un rey envuelto
en la sangre, o la invisible túnica
del huracán, o la feroz escala
del que canta en el rostro de la muerte.
Antonio Gamoneda
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